Tengo una ONG, frase cargada de significados. Al principio puede sonar pretenciosa pero en esencia y al final, está cargada de trabajo, responsabilidad y soledad. No toca explicar los logros, los objetivos, las aventuras, los agradecimientos etc. Tener una ONG no es fardar en una reunión para que te digan lo guay que eres o como mola irte a Africa, traerte unas fotos y contar historias. No eso no es.
Para las pequeñas ONGs, como la mía, consiste en costearte los viajes, gastar tus días de vacaciones, levantarte pensando en como conseguir los fondos para poder lograr los objetivos anuales y poner en práctica todo lo que ideas o piensas. También supone pasar de la euforia a la decepción cuando alguien te tiende una mano y luego se olvida. Intentas entender que aunque no consigues ningún rendimiento funcionas como una empresa donde los gastos son gastos.
Triste con aquéllos que son capaces de mover las conciencias y los corazones para conseguir ingentes cantidades de dinero, para acabar en un lucro personal. Cansada de los que hacen de la solidaridad su medio de vida, pero se permiten el lujo de criticar a los que a duras penas conseguimos llegar a nuestro fin.
Tengo una ONG cargada de dignidad, fidelidad y honestidad, porque son sus fundamentos y así la concebí hace ya casi 8 años y nadie (y os puedo asegurar que lo han intentado) conseguirá deslumbrarme para apartarme de mi camino, por tortuoso que sea.