Me sorprendió tu nombre, en un poblado perdido al Sur de Etiopía. Pequeñita, alegre en medio de una choza convertida en bar, en lugar de encuentro de hombres de paso.
Muestras tu sorpresa ante un beso espontáneo, que luego buscas repetido. Te arrullas entre mis brazos y tu respiración me anuncia tu sueño tranquilo, lejos de la realidad, a salvo en mi regazo. Tres días anclada en Turmi, en los que cada fin de jornada buscaba tu sonrisa. Me enamoré entre tus risas de niña.
Un año más tarde, volví con la esperanza de volver a verte. Tu sonrisa de bebe, se había convertido en la de una mujer sin apenas levantar del suelo. Recordaste y te acercaste a buscar ese beso, tal y como yo regresaba al encuentro de tu sonrisa.
Una vez más, tras dos años, volví a buscarte y ya no te encontré. Me cuentan que una ONG te llevo a Awasa a estudiar.
Donde quiera que estés que seas feliz, que alguien te bese con cariño y recuerdes a esta blanca que se guardó tu sonrisa.