jueves, 15 de noviembre de 2012

SU PRECIO



Tras  el  cristal  del  vehículo  que recorre los  caminos  de mi querida  Etiopía, observo nuevamente la  vida  que  discurre en ellos.  Este año, mis ojos  se posan  constantemente  en esas  garrafas  de color  amarillo ¿hay más o ahora  las  veo más?  Cargadas  a las espaldas  de mujeres y niñas  la mayoría  de las  veces,  recorren diariamente como  en una letanía,  kilómetros  hasta el pozo  de agua,  son  colocadas ordenadamente  según  van  llegando,  esperan  pacientemente  su turno para  ser  llenadas (quizás pasen horas) y  finalmente  regresan  a casa. 
Abro  el  grifo en un  acto mecánico  y  recuerdo  esas horas  de  espera y  aquellas   espaldas cargadas con el preciado líquido, salpicando  el  camino  de doloroso color. Cierro  el  grifo, pero no puedo  sentir  ni  su  esfuerzo  ni su cansancio.