jueves, 15 de noviembre de 2012

SU PRECIO



Tras  el  cristal  del  vehículo  que recorre los  caminos  de mi querida  Etiopía, observo nuevamente la  vida  que  discurre en ellos.  Este año, mis ojos  se posan  constantemente  en esas  garrafas  de color  amarillo ¿hay más o ahora  las  veo más?  Cargadas  a las espaldas  de mujeres y niñas  la mayoría  de las  veces,  recorren diariamente como  en una letanía,  kilómetros  hasta el pozo  de agua,  son  colocadas ordenadamente  según  van  llegando,  esperan  pacientemente  su turno para  ser  llenadas (quizás pasen horas) y  finalmente  regresan  a casa. 
Abro  el  grifo en un  acto mecánico  y  recuerdo  esas horas  de  espera y  aquellas   espaldas cargadas con el preciado líquido, salpicando  el  camino  de doloroso color. Cierro  el  grifo, pero no puedo  sentir  ni  su  esfuerzo  ni su cansancio.

6 comentarios:

  1. Si fuera una novela seria un bonito pasaje, pero en pleno siglo XXI, resulta una decepcionante realidad.
    Gracias por esta reflexión

    ResponderEliminar
  2. Así es Abel, duele mucho, pero es la realidad que nos envuelve y no podemos cerrar los ojos, sólo intentar que se logren los mínimos para llegar a una vida un poquito más fácil.
    Gracias a tí, por estar aquí. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Verdaderamente es triste que todavía en estos tiempos pasen estas cosas...aunque tal y como está españa, no se yo si más de uno ya está en la misma situación.
    Excelente imagen.
    Besitos guapa.

    ResponderEliminar
  4. Una realidad más que se clava como alfileres en nuestra conciencia.

    ResponderEliminar
  5. Así es Anita, la diferencia que aquí siempre podremos decir que conocimos tiempos mejores, y allí no. No han conocido nada diferente a la realidad que viven. Un besito, niña.

    ResponderEliminar